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lunes, 21 de octubre de 2013

La Familia Helviana. El engendro.

Ardulintra Elisana se puede considerar un redrojo[1]. Es la última hija de Jhaelexena Elisana, quién por ser la menor había sido encomendada a labores del templo. Su padre, un comerciante itinerante líder de caravanas, despreció públicamente a su madre cuando ella todavía era muy niña. Presa de la ira, su madre le dio una tunda ejemplar que no merecía y la envió a los establos de los esclavos para que ellos hicieran lo que quisieran. Ella fue una esclava, se encargó de servir a sus primas y hermanas, sufrió ante ellas y guardó ese rencor en su interior toda su vida.


Durante su tiempo de servidumbre ella conoció la verdadera historia de la familia Elisana. La verdad es que antes la familia se llamaba Helviana. Cuando el varón de mayor edad se casó con Ylonte Elisana, una prima de una rama secundaria de la familia; esta se asentó en Xillander’kull y comenzó su camino hacia la cima. Esto se facilitó con el fracaso de La Gran Sacrificadora, que trajo deshonra a la rama principal y que perdió el favor de la Reina de las Arañas. En una movida audaz; su abuela enfrentó a sus hermanas políticas y se quedó con el poder para ella, renombró a la familia y heredó su puesto en la ciudad.

Su vida de esclavitud hubiese continuado de no ser porque su madre mandó matar a su padre por medio de un horrendo maleficio. Ella debía sacrificar a alguien digno, así que intrigó y asesinó a una sacerdotisa rival a la que su familia había adoptado para mantenerla cerca y vigilada. Su puesto quedó abierto, así que en una movida inusual Jhaelexena liberó a su hija de la esclavitud y la metió en el templo. Después de todo, si debes escoger a alguien en quien no puedes confiar para que ocupe una posición de poder, es mejor que se quede dentro de la familia.

La humillación en el callejón fue una dura prueba para la joven. Por meses sufrió la tortura de su madre, de sus hermanas y del resto del clero. Pero por alguna extraña razón, ella sentía en su interior que no había perdido el favor de la Reina de las Arañas. Ella uso su ira, su cólera y su resentimiento para sobrevivir todo eso. Al final su obstinación le había dado frutos. La Reina de las Arañas le había mostrado su favor para llevar a cabo la mitad de su venganza. Esto le ganó la primera sonrisa de su progenitora, una de orgullo. Ahora se encontraba dentro de la oficina de su madre, ayudaba a descifrar los intrigantes símbolos que poseía el elfo claro en su espalda mientras su madre y otras de sus favoritas terminaban los conjuros para abrir el trozo de ámbar, o buscaban más información sobre el elfo claro  que había capturado.

—Lograron descubrir que significa el símbolo en su mano.

—Es la marca de la Familia Kiilvir, la Familia de las Gemas.

—¿Por qué la llaman la familia de las gemas?

—No lo sabes. Porque la anterior Matrona nombró a todos sus hijos como piedras preciosas.

—¡Yo conozco a la actual Matrona, Topacio! ¿Puedo preguntarle?

—¡Hazlo¡ Necesitamos saber más de él. Y de este engendro.

Su trabajo como esclava le había enseñado a Ardulintra a callar y a escuchar mientras trabajaba. Las grandes voces de su madre y de sus favoritas la distraían de los versos aburridos. Estos repetían una y otra vez alabanzas a la Reina de las Arañas, así como maldecía al Padre de los Elfos y sus hijos, los elfos de la superficie. Mientras leía la historia de la caída de la primera ciudad de las oscuras cuevas, la joven bostezó

—¿No te cansas de leer tanto?

Zylvrine levantó los hombros y volvió su vista a los escritos.

—¿Recuerdas a la prisionera, a la pelirroja, la madre de la bailarina?

Ardulintra respondió afirmativamente con la cabeza.

—Su ilustrísima me comentó que esa mujer memorizó todos estos libros. Los conoce al revés y al derecho. Dice que tal vez por eso es que se volvió loca y sacrificó tanta gente cuando era la líder de este templo.

—Esa pelirroja… era la Gran Sacrificadora.

—Además de que es tu tía abuela.

Ardulintra bajó la cabeza al texto mientras reflexionaba sobre esas palabras. Pero Zylvrine aprovecho la oportunidad para indagar más.

—¿Qué te pasó en el callejón esa noche? ¿Por qué cuatro de las mejores guerreras de la fe quedaron descuartizadas y sobreviviste?

—Yo corrí. No pude llegar muy lejos. Me alcanzaron y casi me despedazan. Pero el descuartizador, el elfo que capturé me perdonó. No tienes idea de lo peligroso que es ese sujeto. No se escuchan sus pasos. Es como un fantasma. Uno que te puede descuartizar con la mente.

La preferida de su madre se río de buena gana frente a ella. Esto ofendió a la muchacha que se volteó para mostrarlo.

—Eres una boba. Él es sólo un pícaro. Uno muy poderoso y bien entrenado, pero sólo un pícaro de alguno de los gremios criminales de la ciudad. Uno muy afortunado.

Ardulintra devolvió su vista al texto, pero se sorprendió al ver el signo que había señalado por accidente. Era diminuto, casi invisible y apenas escrito en el pergamino. Pero pudo reconocerlo, era el mismo que había visto en la espalda del prisionero—: Mira… Lo encontré. Es un nombre impío, el de un señor de los demonios.

—¡Exaems, La Reina Marilith!

Ejemplo de Marilith. De Paizo Publishing LLC.

En ese instante, una serie de gemidos, parecidos a los de un gato, llenaron la habitación. Estos se transformaron en un llanto firme y sentido, el de un bebe pequeño cuando se despierta inquieto y desea algo pero no puede expresarlo por medio de palabras. Las dos jóvenes se acercaron a donde se había llevado la ceremonia para liberar a la criatura. Lo que había en su interior confirmaba las sospechas de la prisionera pelirroja. Una pequeña bebe, de piel oscura, cabello plateado y luminoso, lloraba inquieta ante la mirada de las religiosas en su entorno. Cinco marcas de le Reina de las Arañas cubrían su frente, su pecho, sus brazos y su espalda. Numerosos signos y runas cubrían su piel, al menos dos brillaban con intensidad en su pecho. Esto dejó perplejas a todas las presentes, las cuales la contemplaron extrañadas.

—Señora. Descubrí el significado de las runas en el tatuaje del elfo claro. Es la marca de Exaems, la Reina de las Marilith.

Las palabras de Zylvrine tuvieron el efecto de una puñalada en el corazón de Ardulintra. Furiosa porque le había robado la oportunidad de quedar en mejores términos con su madre, la joven se volteó con un gesto hostil, ante el que su ladina competidora sonrió con sarcasmo.

—Muy bien hecho, Zylvrine. Puedo contar contigo para esos engorrosos detalles. ¡Ardulintra!

—Sí, su eminencia.

—¡Cállala!

Ardulintra quedó perpleja cuando su madre le entregó a la bebe en sus manos. Completamente desnuda; la pequeña se agitaba, se revolvía, gritaba y lloraba como si le ardiera o doliera algo. Perturbada, la joven se apartó del grupo y se la llevó a una esquina, mientras mentalmente trataba de resolver el acertijo de cómo atenderla. En cualquier otro caso, los gritos infernales de la criatura hubiesen supuesto su rápido y piadoso asesinato para evitarle más sufrimiento. Pero Ardulintra vivió como esclava en su propia casa. Una de las muchas cosas de las que tuvo que encargarse fue de los niños pequeños de todas las edades. Era una labor para la cual debía estar preparada en todo momento. Era una labor para la que todavía seguía preparada.

En el tiempo que tenía de conocer a los bebes, ella sabía que dos cosas podían inquietarlos de primera entrada, hambre o suciedad. Sobre la mesa, apartó los libros religiosos para colocar a la bebe. Así pudo confirmar que la criatura no se encontraba sucia ni había hecho nada que la ensuciara. Luego ella buscó entre sus documentos y encontró un rollo de los muchos que había conservado de su trabajo, rompió el sello y leyó su contenido—: Escucha mí palabra, Madre de la Lujuria. Tú que has bendecido nuestros vientres para extender a nuestra estirpe. Escucha a Ardulintra tu hija. Escucha mi plegaria. Permíteme imitar tu capacidad para alimentarnos. Para así poder alimentar a esta tu hija, mi hermana, que yace frente a mí en este momento de necesidad.

Una leve coloración purpura embargó a la joven sacerdotisa mientras profería las palabras necesarias para el hechizo. En cuanto concluyó, aparecieron frente a ella dos pequeñas vasijas de vidrio con forma cilíndrica rebosantes en leche de rothé y cubiertas con una membrana de tela. A su lado apareció una mamila de tela suave recubierta en cuero con la sensación de piel la esperaba. Ella cubrió la membrana con la mamila y sujetó a la niña con su brazo derecho. Aunque se agitaba, ella la acercó a su pecho y le permitió coordinarse con los latidos de su corazón. Cuando se relajó lo suficiente, le metió el improvisado aparato por la boca y contempló como la criatura chupaba con gusto.

La bebe se tranquilizó. Sólo tenía hambre. Mientras acariciaba su escaso cabello y sus delicadas orejas para hacerla sentir en paz, la joven puso atención por primera vez a su cuerpo. En breves instantes las dos marcas de su pecho dejaron de brillar y la marca en el centro de su rostro cambió. Sólo fue por un instante, pero el círculo rojo que gobernaba la estrella de la noche, el símbolo inequívoco de la Madre de la Lujuria, cambió a un color azul violeta. Era similar al color que los elfos oscuros podían percibir al activarse el medio de defensa en contra de la máquina de la naturaleza y el registro arcano que gobernaba la Infraoscuridad, y de paso les servía para defenderse de las capacidades arcanas de sus enemigos.

—Mamá… ¡Puedes venir!

—Te dije que te ocuparas del engendro, Ardulintra. ¡Ocúpate!

La joven sólo levantó los hombros con indiferencia. Mientras arrullaba a la niña y le daba de comer, cerró los ojos y sujetó su símbolo sagrado

—Oh, Madre de la Lujuria. Permite que mis ojos lean los signos de tus misterios, pido en tu nombre este favor, madre y esperanza nuestra.

Cuando abrió los ojos deseó no haber llevado a cabo el hechizo. Ante ella, numerosos signos de todas clases y formas adornaban a la niña. Aunque había cosas que no podía entender por su juventud, pudo apreciar los símbolos de maldición que la diosa de los elfos oscuros habían impuesto sobre sus padres y los de protección sobre la misma niña, la cual descansaba pacíficamente en sus brazos. Era una contradicción en sí misma, bendita y maldita al mismo tiempo. La niña era una interrogante, una prueba torcida de la Reina de las Arañas, donde invitaba a sus seguidoras a desentrañar su pensamiento.

—Madre. Su ilustrísima. ¿Qué hará con esta criatura?

—¡La sacrificaré, por supuesto! Cómo debió haberlo hecho la familia Kiilvir. Este engendro no debe vivir.

La joven se preocupó al escucharla. Pero ella se reservó sus palabras. Estaba de buenas con su madre, al menos ahora le hablaba en buenos términos. Ella no iba a sacrificar eso por nada del mundo, menos por una criatura maldita por ambas razas. Al terminar de comer, la llevó a su hombro y comenzó a golpearla en la espalda.

Si la Reina de las Arañas en verdad te desea entre nosotros te protegerá de tu destino. De otra forma, la alimentarás. No puedo hacer nada más por ti.

Un par de pequeños eructos y un gas confirmó el éxito de su maniobra. Mientras la limpiaba, cambiaba y arropaba, Ardulintra se tomó su tiempo para ponerla a punto y que no volviera a llorar más, labor que por pequeña que fuera era su responsabilidad debía ejecutar a la perfección. Por el gesto de su madre mientras analizaba las escrituras y atendía sus asuntos, lo hacía a la perfección.





[1] El cachorro más débil y pequeño de la manada.

Carlos "Somet" Molina

8 comentarios:

  1. Día a día esta trama se vuelve más compleja, veo un futuro libro con todo esto. Gran trabajo, compañero.

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    1. No se porque no me obedece la respuesta del iPhone. La historia se esta aproximando al final de su arco, por eso estoy tratando de dejar las cosas concluidas. Si, la historia es compleja, porque relata las vivencias de una familia, en toda su extensión. Gracias Juan por tus palabras.

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  2. A mi no me cabe la menor duda que esto TIENE QUE CONVERTIRSE EN UN LIBRO!!!! Cada dia me atrapa más!

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    1. Perdon que responda hasta ahora. Lo estoy editando para ver si le dan el visto bueno en mi país. Gracias Gontxu.

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  3. Una historia compleja, que creo que se saborearía mejor leyéndola completa, mas sin embargo en entregas resulta interesante, muy buena entrega, saludos!

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    1. Si. Estoy tratando de hacer el esfuerzo para editarla y completarla. Perdón por tardar tanto en contestar, pero he estado un poco ocupado. Gracias Juan.

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  4. Como siempre, un atajo de creatividad e imaginación. Me ha costado un poquito leerlo, me ha parecido muy complejo, mucha información.

    Un abrazo,


    María José Cabuchola Macario

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    1. Muchas gracias, María Jose. Esta es una recopilación para ofrecer una explicación de ciertas cosas anteriores. Agradezco que la sigas y te garantizo que los próximos estarán más fáciles de leer. Gracias.

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